domingo, 5 de octubre de 2008

Si te picas pierdes

Es inevitable. Todo ser humano disfruta del dolor y sufrimiento ajeno. Jugarle una broma pequeña o grande a alguien es ciertamente placentero. No obstante, las cosas cambian cuando somos blancos de ellas. La desesperación de verse burlado, las risas, el sudor incomodo, las risas... las ganas de venganza...se exactamente como es eso.

Este marciano ha sido burlado un sin número de veces. Desde muy niño mi piel ha demostrado poseer un magnetismo particular a las bromas pesadas. Mis victimarios se regocijaban de ver mi reacción y la tonalidad rojiza (tendiendo al morado) en mi cara. Años de experiencia en la materia han logrado que consiga una correa decente para la mayoría de situaciones embarazosas. No puedo negarlo, aún me pico, pero mucho menos que antes.


Le agradezco a todos mis victimarios todo el tormento y el cúmulo de traumas psicológicos que me dejaron de obsequio. No se preocupen, no han creado un psicópata asesino. Lo que si lograron es hacerme un poco más veloz para responder los ataques y un bromista maquiavélico.

Las peores bromas provienen de aquellos que se hacen llamar tus "amigos", son quienes conocen tus puntos débiles y los que se escudan tras ese título para justificar la "bromita". Por otro lado, el lugar o época donde padeces de toda clase de sufrimientos (entre ellos las bromas) es sin duda alguna el colegio. Los amigos que haces pueden llegar a acompañarte buena parte de la vida. Lo que yo no entiendo es como puedo tenerle tanta estima a estos malditos…pero bueno.

Era finales de cuarto de secundaria. Mi pata y yo salimos de clases rumbo a una tienda que luego se convertiría en el escenario de un hobby que aún compartimos. No, no fuimos a comprar hierba. Algo inofensivo, que no mencionaré para no redundar en lo marciano que es quien les escribe. Éramos visitantes habituales del lugar, de esos que preguntan todos los precios y no compran nada. Detestables. Pero sin duda éramos más educados que el encargado de la tienda. Un señor entrado en años muy parecido al Coronel Sanders (KFC), pero menos amigable. Nos detestaba, pero no nos botaba de la tienda esperanzado a que algún día compráramos algo. Claro, con nuestro presupuesto no nos alcanzaba ni para el aire dentro de las cajas.

Al entrar deje mi mochila a un lado del mostrador y comenzamos con el interrogatorio usual sobre los exorbitantes precios de las cosas que allí se vendían (marcianadas, puras marcianadas). Momentos después entraron otros dos muchachos de mi colegio, uno de ellos ahora un gran amigo mío y “culpable” de que yo conociera esa tienda. Tras un rato distraído noté que faltaba mi mochila. “Donde carajo esta mi mochila”, dije en voz alta. Al ver las rizas de mi pata y la ausencia de los recién llegados no podía haber más que una sola conclusión: Ese par de cabrones se la habían llevado.

Salí disparado hacia la calle para ver hacia donde se habían ido, pero no encontré rastro alguno. La sangre comenzó a ser bombeada más rápido y pronto adopte la mencionada coloración rojiza. En medio de la desesperación recordé que uno de ellos (“el culpable”) vivía a la vuelta. Corrí hasta ahí y comencé a gritar como un demente “¡Devuélveme mi mochila mierda!”. Dentro de la casa se escuchaba una risa estridente y desesperante, momentos después acompañada por la de mi pata que llegó desde la tienda con la misma conclusión que yo.

Para cortar con la escena y calmar al loco que gritaba afuera, “el culpable” salió con la bandera blanca en una mano y mi mochila en la otra. Las rizas siguieron aumentando las ganas de vengarme. Me abalance sobre mi mochila e ignorando la disculpa comencé a darle una golpiza a mi buen amigo. Él no esperaba tal reacción. Lo roja que estaba mi cara por la cólera lo asustó y simplemente recibió los golpes. Las rizas aumentaron, pero ya no estaban solo sobre mí. Calmé mi ira y detuve la violencia, la coloración en la piel se esfumó. Ya había recuperado lo que era mío. Han pasado años desde entonces y la amistad ha permitido que las bromas provengan de ambos lados, aunque más veces he sido víctima que victimario.

He tenido la oportunidad de reír último, pero eso será motivo de otro post. Disculpe, es solo para no aburrirlo. Por mientras, vean este video. ¡Es magistral! No volverán a ver una Coca Cola de la misma manera.


jueves, 2 de octubre de 2008

Taxi Driver: Leyes básicas para tomar un taxi y sobrevivir en el intento.

Hace mucho tiempo, cuando todo era más barato y no padecíamos de dolor crónico en los bolsillos, tomar un taxi era una experiencia menos estresante. La situación no era de auge económico, todo lo contrario estábamos igual de cagados. Lo que sucedía entonces era que los taxistas sabían que la gente estaba misia y no pedían mucho por una carrera. Aunque en ese tiempo (y ahora) no faltaban los necios que querían cobrar sumas exorbitantes. En aquellos días, el combustible costaba la mitad de lo que cuesta hoy. Este puede ser el más sólido argumento para entender los precios que hoy nos hacen dudar en tomar un taxi.


Por otra parte, hay una enorme cantidad de taxistas en Lima. Usted diría que por simple balance del mercado (oferta/demanda) los taxistas deberían cobrarle menos a uno ante la creciente competencia. ¡Pero NO! Las distancias se hacen largas en la mente de un conductor y las largas horas que pasan al volante deben hacerlos alucinar que cada carrera será una odisea de 10 años. Así uno puede preguntarle a 3 taxistas en la misma ronda y todos quieren cobrarte 1 sol por cada cuadra.

No se puede negar, muy pocos taxistas conocen rutas libres de tráfico y muchos menos son los que saben negociar una carrera. Empiezan con la cantidad exorbitante y reaccionan muy rápido bajando el precio en un sol al ver la cara que pone el proyecto de pasajero. Y otro sol menos cuando uno se aleja de la ventana del copiloto. En medio de la desesperación viendo como se aleja el pasajero, bajan el precio hasta lo impensable y por último te mandan a la mierda diciendo “¡Anda y súbete a un micro entonces!” (no me pasa tan a menudo créanme, tampoco soy tan roña).

Como se mencionó antes, se puede comprender que el alza en los precios del combustible eleve los del transporte, pero no por eso tiene que pagar cantidades entupidamente exageradas. Para eso hay algunas pistas que pueden servir para evitar el estrés y molestia que puede generar la negociación de una carrera. A continuación algunas que he podido sacar de mi larga experiencia como peatón en esta ciudad.

1. Nunca tomes un taxi que va en dirección contraria al lugar donde quieres ir. La perspectiva del taxista es OTRA y te cobrará por esa vuelta en U más arriba en la avenida. Por eso, siempre toma un taxi que vaya en la misma dirección que vas.

2. Nunca tomes un taxi en la parada de un semáforo. Es muy probable que el conductor relacione inmediatamente la molestia del semáforo y vaya a pensar que tu carrera le será una molestia mucho mayor. Siempre elige una esquina con más afluencia y con poco tráfico. Y si lo agarras en luz verde…¡no me jodas y deja a los demás autos avanzar!

3. Nunca tomes un taxi que está parado, te va a cargar en el precio todo el tiempo que estuvo sin hacer nada. Si estas en el aeropuerto....mis más sinceras condolencias.

4. Los autos nuevos pueden significar una tarifa elevada. Tampoco estoy diciendo que te subas a una lata destartalada que acaba de traer pescado del puerto. Aprende a elegir los vehículos y también a los conductores. Es preferible tomar las “station wagon” (camionetas con maletera y 4 puertas) porque son petroleras y el costo de combustible es menor. Los ticos pueden cobrarte menos, gracias al estigma que les impuso la sociedad entera al ser maquinas potenciales de la muerte.

5. Si eres muy roña y los precios no te convencen “¡Anda y súbete a un micro entonces!”

Les dejo este videito. Los japoneses son unos maestros haciendo jodas. Ojala que no te toque un taxista de estos.

lunes, 29 de septiembre de 2008

La Independencia



Larga fue mi inactividad en las "páginas" de este blog. Pero bueno, como necesito terapia y no pienso pagar un puto cobre para un psicólogo, tendrán que leerme más seguido.

Después de largo tiempo de espera, mi hermano mayor (el segundo)levanto vuelo del nido y se mudó a un departamento propio con su futura esposa (gracias por llevártelo, no sabes cuanto lo aprecio). Muchos de ustedes estarán pensando cuan insensible soy y que no debería decir eso de mi hermano. Probablemente estén en lo cierto. Lo seguro es que esta situación ha causado en mí una reflexión muy grande sobre lo que me depara en los siguientes años. Estoy a punto de terminar mi carrera y caigo en la cuenta de que soy el último sujeto que mis padres han educado y mantenido...aún siguen haciendo esto último e intentando aquello. La atención, quiera o no, se ha centrado sobre mí...y es francamente perturbador. Es como el planeta de los simios!!...están ellos, sus ritos, costumbres, idioma y maneras de pensar.... y yo.

El viernes por la noche fue este el tema que abordamos yo y unos amigos de la niñez en la despedida de mi gran pata Franco (nariz a la que dedicaré un post en su momento). La independecia. ¿Debía yo ser el que rompa con la tradición de dejar casa con base 3 o quedarme cómodamente gozando de las comodidades y engreimientos de mis padres? Mis amigos insistían en lo segundo. "Vas a extrañar el desayuno calientito, la ropita planchada y doblada en el cajón". Sin embargo, no puedo dejar de añorar la completa soledad. "Eso dices ahora, pero espera a levantarte un día solo, tomar desayuno solo, lavar tu ropa solo y cocinarte(solo)"...Ok, hasta aquí me quedo claro lo de estar solo.

¿Acaso esto me depara un futuro de ermitaño?...no lo creo...se que mi apreciación es subjetiva...pero pienso que mis progenitores son culpables del marciano uraño que vive en su casa. La dinámica se puso tensa en los primeros días luego de la partida del segundo cachorro de la camada. Igual que en la sabana, todo tenía de fondo una disputa territorial. El espacio y las normas eran algo indiscutible, era el reinado de la naturaleza. Algo me guiaba a tener más paciencia... el instinto de supervivencia supongo.

Lo más probable es que, siendo un marciano obstinado, me vaya pronto y le de la contra a todo pronóstico esotérico que quieran hacer. El cambio de paradigmas, costumbres y vicios que se puede experimentar tan solo con dejar el refugio del hogar resulta emocionante y escalofriante a la vez...pero puede ser una aventura interesante.

Por lo pronto (como soy un marciano terco, pero no estúpido) terminaré mis estudios y gozaré de los privilegios de ser un mantenido por unos meses más.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Ud no sabe quién soy.....soy Mario Moreno


Mucha gente que me conoce puede decir que soy estúpidamente educado por teléfono. Es cierto. No se de donde sale, pero es extraño. Hasta para los números equivocados... el pobre imbécil se debe sentir tan bien de hablar con alguien con una parsimonia y educación que parecen una broma, hasta me despido con un "hasta luego". Sin embargo, a veces los que llaman son conchudamente mal educados y la paciencia (en este blog una virtud comparable con la piedra filosofal) francamente no basta. No obstante, si ud piensa que soy un renegón sin remedio y que cosecho canas desde los 10 años, sorpréndase al ser atendido por mi en una llamada telefónica. (En realidad no, no lo haga, no me joda)

En los primeros días del mes de setiembre, atareado y con el estrés usual de hacer varias cosas a la vez, llamó a la oficina donde trabajo el señor Mario Moreno. Reconocido caricaturista peruano. El señor deseaba información sobre un evento del que se habló en el programa "Oh Diosas", emitido por el canal de cable Plus TV. En aquella entrevista se hacía mención a una exposición sobre historietas y ecología (si soy inexacto no importa la verdad, no sabía de que mierda hablaba). Al parecer se había mencionado a la Universidad Católica y esto llevó al respetado caricaturista a llamar a esa casa de estudios. Fue atendido por la oficina de informaciones (a los cuales adoro con todo el sarcasmo que pueda expresar en este paréntesis, gracias a su eficencia) y estos lo derivaron al anexo que está a 68cm de mí.

Levanté el auricular y sin ningún aviso previo ya estaba en plena conversación con el Sr. Moreno. Él comenzó a explicarme que necesitaba información sobre lo visto en el programa "Oh Diosas", cosa de la que no tenía las remota idea y fui sincero de la manera más educada. "La verdad no entiendo bien de lo que me habla, porqué no conozco nada de lo que me dice". Intenté explicarle que probablemente la "eficientísima" Oficina de Información lo había derivado a ese anexo porque "pensaron" que necesitaba información sobre el V Concurso de Historietas PUCP. Pero NO. Más pudo la obstinación de mi interlocutor.

"Mire, a mí me molesta cuando la gente no me entiende." Si no fuera estúpidamente educado le hubiera dicho que yo no soporto a la gente terca y obstinada por teléfono, pero el personaje que interpreto cuando atiendo una llamada telefónica estaba en piloto automático.

"Como le dije, el problema es que no puedo ayudarle porque no se de lo que me está hablando, es probable que lo hayan derivado aquí porque "pensaron" que preguntaba por el concurso"

"¡Entonces deme información sobre eso... apunte mi dirección!"...Si alguien conoce un patrono de la paciencia..¡seguro que vivió en el siglo 15... solo en una cueva... sin nadie que lo joda! Bueno, la cosa no termina ahí.

"Y también le voy a dar la dirección de mi página Web para que sepa quién es Mario Moreno" La cual pueden encontrar aquí. Visítenlo y conózcanlo....en mis hombros quedó la tarea de soportarlo por teléfono.

Si por casualidad lee esto Sr. Moreno...desde muy niño me fascinaron sus dibujos...pero si tengo la oportunidad de hablarle por teléfono de nuevo, tenga por seguro que la próxima vez sí lo mando a la mierda.

martes, 27 de mayo de 2008

Mi vieja noqueó a un cobrador de micro.

Pequeña, pues llega tan solo al metro sesenta. Pero no por eso hay que subestimar el alcance de sus cachetadas. Lo aprendí desde muy chico, cuando le respondía altanero o decía algo indebido.
Su mano se batía en el aire más rápido que el impulso nervioso que me hacía esquivar el golpe. Tenía 10 años y no podía esquivar los golpes de mi madre. Cosa muy difícil, en serio.
Pasaron los años y mi destreza aumentaba, poco a poco podía esquivarlos con agilidad. Sonriente tras la primera vez no me di cuenta que un segundo golpe venía con el gancho izquierdo. Cuando mi habilidad se había desarrollado la edad hacía menos frecuente ese tipo de episodios. Me sentía aliviado, ya no tenía porqué esquivarlos.

El lunes por la tarde no fue el mejor día para ser cobrador de la línea número 10 que pasa por la avenida Brasil. Los manasos de mi madre no habían perdido la rapidez de antaño a pesar de sus 60 años, que mas bien los tiene bien llevados.

El conductor del micro, como muchos en esta ciudad, corría como si no tuviera madre. Pero seguro la tenía porque mi madre se la recordaba todo el camino. Luego de perder la paciencia muy rápido, mi progenitora hizo lo que pocos en un transporte público hacen: defender sus derechos. "No somos animales, no somos ganado, no somos paquetes para que conduzca así!! irresponsable!!" era el nivel básico de las quejas. Poco a poco comenzaron a brotar las lisuras, demostrando el buen repertorio que tenía mi mami.

"Hospital militar bajan!!" dijo ya molesta. El cobrador que no tenía idea de lo que le esperaba contesto altanero a la petición de mi madre. Abrió la puerta y se quedo apoyado en el marco, esa clásica manera de hacer bajar los pasajeros cuando están en carrera o cuando no tienen el más mínimo reparo en moverse.

"Baje ud. primero" dijo con tono amenazante mi madre. El cobrador la miro y contesto de la peor forma, retándola: ¿Por qué? Un pequeño silencio acompañó la tensión en el micro.

"Porque es su deber acompañar al pasajero hasta afuera, tiene que protegerlo al bajar...ese es su deber" respondió mi madre con la misma determinación que antes.

El cobrador, en su salsa, sonrió y le dio su respuesta: No

"A no?".....

Lo siguiente paso en tan solo milésimas de segundo. No le dio tiempo, lamentablemente él no había entrenado tanto como yo y lo más probable es que ni yo con tantos años de práctica hubiera podido esquivar ese manaso imbuido en pura cólera. La mano se batió y dio en el blanco. El cobrador sí bajo, pero fue el impulso generado por el golpe lo que hizo que bajara fuera del micro.

Ese fue probablemente el último día que ese cobrador osó comportarse como un patán delante de una señora de 60 bien llevados.

domingo, 4 de mayo de 2008

La Lisura: Puta madre

Ha pasado casi un mes, lo siento. Pero tengan por seguro que he renegado por la puta madre. Sí, soy lisuriento carajo...desde los 2 años y medio. Siempre es necesario un "puta madre" bien puesto. Como cuando estas parado como un cojudo tratando de tomar un taxi saliendo de la universidad y no falta...no falta!! el imbécil que se estaciona justo en el lugar donde pueden parar los taxistas. Y no solo es impertinente, sino que también se cuadra mal!! con parte del trasero de la camioneta dándole a la pista!! Animal!!...Yo no se manejar, pero PTM hay que tener mierda por materia gris para cuadrarse así!! Lo peor de todo es que si quería tomar el maldito taxi, tenía que hacer parar a los carros de la manera incorrecta...y que peor cojudez que joderle la vida a los demás en la pista!!

A la mierda, paré un taxi...y ahí pasamos a lo segundo irritante. Le digo el destino de la carrera, nada lejano. ¿Cuanto quiere?... 12 lucas....12 lucas PTM...cago monedas??...me cobran 6 siempre...SIEMPRE...y no soy roña!! es un precio completamente justo!!Le digo con toda educación (mordiéndome la lengua)..."Vaya a comprar pan caballero".

Tengo que parar otro carro...el imbécil sigue mal cuadrado...PTM. Pregunto...no va...PTM para que mierda hace taxi!!!¿La tercera es la vencida? Eso espero.

El siguiente es más conciente...6 soles me dice de frente. Perfecto. Subo. Me despido del cojudo impertinente. Animal de mierda. El taxista ríe y le pido disculpas por ganarse con la escena. Soy loco, pero consciente.

Y para no sentirme el único lunático aquí, acompaño este post con un video.



miércoles, 9 de abril de 2008

Exprésalo también.

Le grito a las cosas inanimadas y nadie me entiende

Es una manía que disfruto bastante, pero no podría decir lo mismo de la gente que vive conmigo. Ellos, a los que llamo familia, no entienden mi verdadera naturaleza, de la que son en realidad los culpables.

Soy el menor de tres, el primero me lleva 12 años y el segundo 8 años. Pase mi niñes inventando millones de juegos, pintando las paredes y desarmando todos mis juguetes. Cuando tenia 8 años mis hermanos tenian 16 y 20 años, y a pesar de la diferencia de edades compartiamos un pasatiempo común: La televisión. Mis padres no encontraron mejor solución para callar a un hijo tan hablador que poner la TV en mi cuarto, algo tiene que distraer al muchacho pensaron. Esto tuvo algunos efectos a futuro, pero de eso se hablará en su momento. Sin embargo, por más que viviéramos en la misma casa, ellos eran grandes y yo pequeño.

Citando al Chavo: " es que no me tienen paciencia", podría haber dicho más de un millón de veces y el cocacho respectivo asemejaba aún más el drama al de Chespirito. Poco a poco aprendí a lidiar con los gritos: "cállate...sal de acá...." tienen que entender que la impertinencia es natural en los niños. Ellos lo sabían, pero tal vez yo era un poco más lacra. Aprendí a hacerme el ahogado, a esquivar los zapatos y de vez en cuando desaparecía si era necesario. No demando a mi familia por maltrato, si yo hubiera estado ahí probablemente hubiera hecho cola para darme un zapatazo. Sea como sea, era pequeño, pero ya no debía serlo...si es que quería seguir viviendo.
Son todas estas cosas las que hicieron de mí un muchacho algo amargado y renegón, pero aún así me soporto.

Hoy cumplo 23 años, una vida de interminable batalla. Día a día combato con lo que me irrita, cuento hasta diez, recito el abecedario, diagramo arboles genealógicos completos...siempre empezando por la madre de alguien...de preferencia la suya, no la mía.

Son mis enemigos: las patas de las sillas, los objetos sensibles a la gravedad, los cobradores que piensan que sus transportes son latas de sardinas, los taxistas careros, la gente que camina lento en el supermercado, los que preguntan lo obvio como: "¿te cortaste el pelo?...no cojuda me creció la cabeza...repetir las cosas más de una vez, que la gente no recuerde lo que repito, la gente que corta a otros, la gente que no se escucha. Y un número un poco más grande de individuos, objetos y situaciones que me irritan pero aún no conozco.

Poco a poco, espero no aburrirlo, revelaré la lista y dejará de pensar que solo soy un loco con un teclado debajo de las manos.